Se habían apagado las luces en la capital y la noche joven se movía lenta con las actividades cotidianas de un fin de semana, “sendero” actuó nuevamente y nos dejó con los festejos que los resultados de los trámites realizados merecían y con temores de oscuridad, decidimos marchar hacia el hotel, amparados y temerosos de la penumbra.
El “Crillón”, antiguo hotel del centro en la ciudad de los reyes, rodeado de prostitutas con olor a tiempo de amores furtivos, de carros antiguos, de ladrones de carteras enflaquecidas, de aroma a anticucho y choncholí; Con ayuda de la oscuridad, pasamos por la plaza Francia, caminamos sin prisa, mientras a nuestro costado por la vereda de la derecha un parroquiano trataba beodo de comprobar con la mano entre los pantalones de su pareja eventual algo que ella no quería que se compruebe.
-Seria bueno que confirmes a nuestro vuelo al Cusco, sentencio el alcalde de la ciudad sagrada y un ataque de nostalgia nos invadió desde ese instante: en silencio como para no perturbar ese momento ingresamos al hotel… sin prisas, la tenue luz intermitente de los carros que pasaban presurosos por la avenida la colmena, un cigarro para la nostalgia el sabor de un buen pisco y después cada uno a su habitación hasta el día siguiente.
La compañía de aviación Fauccett se encontraba como a cien metros del hotel, ellos inauguraban el sistema de una cola para varias ventanillas, llegue con el tiempo necesario para chequear los pasajes y fue en ese momento que la miré, al fondo, en la ventanilla cuatro, piel color canela, bronceada podría estar, cejas pobladas, ojos moros imposibles, cabello ondulado y labios para besar sin remordimiento… allí estaba… ventanilla cuatro... al fondo.
Me imaginé caminando con ella en
La cola avanzaba lentamente, creo que era lo único que no tenía prisa en esta ciudad. Ojala que me toque la ventanilla cuatro me decía interiormente mientras mi mente retornaba a Barranco, a tocar sus cabellos, mire sus manos delgadas, no tenían prisa, hacían su labor con eficacia, entretanto yo continuaba en el puente de los suspiros… suspirando.
A medida que avanzaba la fila mi respiración se aceleraba, tanto que podía sentir que mi corazón se salía, tenía la boca seca, tanto que llegaba a molestar y en lo profundo de mi mente pensaba… quisiera que me toque con ella…
Llegó mi turno y… ventanilla cuatro… al fondo… yo…oh!!
Me acerque casi presuroso, saque los boletos del maletín los alcancé hacia su finas y cuidadas manos, traté de establecer un primer contacto y con voz casi tímida y entrecortada.
- “¿por favor aquí puedo confirmar para el Cusco?”. Pregunta estúpida… claro que sí podía… para eso estaba allí… un respiro mas y…
Ella levanto sus profundos ojos moros, recibió los boletos, movió lentamente sus pestañas dos veces, y una brisa extraña llego a mi al momento que respondió con un tono metálico “A…fir …ma…ti vo…”… toda la humanidad imaginada se quedo en el puente de los suspiros de barranco... o del café Haití o tal vez en la playa,
En fin… al día siguiente retornamos al Cusco.